El dolor se define como “una experiencia sensorial y emocional desagradable que se asocia a una lesión real o potencial de los tejidos”, de acuerdo a la definición de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP). El objetivo del dolor es la protección del organismo ante una situación que puede ser perjudicial para el mismo. Cuando este dolor es crónico se considera una enfermedad, no aportando ningún beneficio para el organismo1.
De hecho el dolor crónico produce a estrés y a una serie de reacciones que conducen a cambiar los niveles de cortisol, catecolaminas y otras hormonas. Este estrés conduce a la liberación de ciertas citoquinas y factores de crecimientos relacionados con el incremento del proceso inflamatorio.
Además, la liberación de determinadas sustancias inflamatorias provoca una irritación en las terminaciones nerviosas que producen a mayor sensación de dolor.
La terapia láser ayuda a controlar muchos de los mecanismos por los que se produce el dolor, provocando así un efecto analgésico. Uno de ellos es el control de la inflamación, gracias a una regulación en la liberación de sustancias irritantes.
Este control del dolor se encuentra relacionado también con la liberación de las β-endorfinas, que a su vez derivan en la inhibición de la sustancia P (neurotransmisor de la señal dolorosa) y la regulación de canales iónicos como TRPV12.
Estas endorfinas endógenas, disminuyen la producción de GABA, incrementando gracias al efecto del láser la producción de dopamina. Otro de los compuestos que se ha visto incrementado ha sido la serotonina y la acetilcolina3, mientras que se produce una disminución de las bradiquininas.
Otra de las vías que puede controlar la terapia láser, provocando analgesia, es la normalización del potencial de membrana, en especial de las fibras C (fibras amielínicas, velocidad de conducción lenta). Estas fibras tienen una diferencia en el potencial de membrana de -60 o -90mV, cuando esta se despolariza por la entrada de iones Na+ y la salida de iones K+ se produce una diferencia en el potencial de membrana de -30mV o 0. Para la repolarización posterior es necesario la bomba de Na+/K+ ATP-asa. Gracias a la producción de ATP, se consigue regular este proceso, disminuyendo la señal dolorosa4.
Mediante determinados pulsos, se puede reducir el dolor basándose en la Teoría de la compuerta de Melzack y Wall.
Por tanto, gracias a la terapia láser, en función de los parámetros seleccionados, se pueden conseguir efectos analgésicos por diferentes vías, así como la liberación e inhibición de diferentes mediadores químicos.
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En procesos dolorosos, DoctorVet recomienda la combinación del protocolo dolor general e inflamación. En estos casos, cuando se observa mejoría, se puede mantener el protocolo de dolor y combinar con protocolo de articulación específica.
Si es un caso de dolor agudo, con pocas sesiones (1-6) se puede resolver el problema, en casos de dolor crónico es necesario un mayor número de sesiones y en ocasiones realizar sesiones de mantenimiento que pueden variar, dependiendo de la respuesta individual del paciente de 1 sesión cada15 días a 1 sesión cada 3-5 semanas.
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